Baile
de marcada ascendencia africana propio del litoral Caribe. Fue
introducido en tiempos pretéritos a lo largo de las orillas del río
Magdalena por pescadores de un teleósteo denominado mapalé.
En sus orígenes fue una danza de labor ejecutada en las noches y
amenizada con toques de tambores yamaró y quitambre,
las palmas de las manos y el canto. Con posterioridad se produjo una
transformación de su temática, atribuyéndole un énfasis de regocijo con
carácter sexual y asignándole la evolución frenética que hoy presenta.
La coreografía actual mantiene rasgos de su esencia africana en la
parafernalia, tanto en el vestuario, que es en extremo sencillo, como
en la presencia del machete, instrumento de trabajo utilizado para el
procesamiento del pescado.
El
mapalé es una danza de pareja suelta. Se baila con pasos cortos, ritmo
acelerado y palmoteo constante de los bailarines. Las rutinas se
inician con la formación de dos filas individuales una frente a la
otra, por parte de hombres y mujeres, para efectuar avances hacia
delante y hacia atrás. Continúa con posturas de exhibición libres e
individuales de los hombres con el propósito de agradar a sus parejas,
quienes se turnan para corresponder los enfrentamientos. Los
movimientos son frenéticos y con un alto contenido de erotismo. Los de
las mujeres son un tanto diferentes y se destacan por ser más
excitantes y eróticos.
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