Danza religiosa que se
ofrece a los santos cuya coreografía difiere del currulao a pesar de
ser interpretado por los mismos instrumentos.
Como
ritmo musical esta muy extendido entre las comunidades afrocolombianas
del litoral Pacífico, con un posible ascendiente en Sierra Leona
(África). Tiene carácter de canción lúdica y difiere, en grado menor,
de la forma de canto empleado en los velorios de los niños. En este
sentido es una expresión de los ritos fúnebres y, a la vez, una forma
de canto inserto en el ámbito de las rondas y juegos infantiles que
ejecutan los chiquillos en el patio de la casa mientras los adultos se
ocupan del rito mortuorio propiamente dicho.
En
la interpretación del bunde se emplean únicamente los tambores, que
registran una métrica pausada. Los cantos, en coro, se alternan con los
toques del tambor en aquellas ocasiones en que se trata de una
celebración; en caso contrario, las voces no intervienen. Numerosas
canciones del repertorio del litoral, que son cantos de folclor lúdico
o rondas de juego, se bautizan con el nombre de bundes, tales como "El
chocolate", "El punto", "El trapicherito", "El florón", "El pelusa",
"Jugar con mi tía", "Adiós tía Coti" y "El laurel".
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